lunes, 10 de diciembre de 2012

Si fuéramos a la playa



No les fue difícil
tomar de un almanaque la totalidad de los días
y desparramarlos sobre la mesa para crear una revolución inservible,
sin relación cronológica,
inoperante y ambigua, y repartir
despiadados,
los equívocos,
las culpas, las ganancias,
las lógicas migratorias,
los zoológicos,
las represas de los ríos,
los ríos,
los cuerpos,
las mareas,
todo aquello que al final del día
cada uno hará pedazos una y otra vez,
hasta ver en esos emblemas
el alcance de sus influencias 
y detritos.

Después 
se podrán sentar,
a gozar de sus contribuciones contra
cualquier gesto que se les cruce,
sin excusas
y más allá de los testigos.

Con el sol otra vez quemando
ya no habrá tiempo para cumbres 
climáticas y convenciones
sobre violencia y disparidad.

La arena será un infierno.
Los pies una superficie enervada.  

Atrás de las tramas

Tus ojos te mintieron 
Y no fue la falta de luz 
Como explicaste esa tarde 
Bajo teorías documentales
Confortables a tu antojo.
La construcción fue ingeniosa
Las condiciones inigualables
¿Te sirvieron de algo las grandes ideas?
Las fisuras están por todos lados
Y pretender lo contrario significa
Confrontar las mismas aburridas opciones.
¿No fueron esas tus primeras palabras?
¿Hubieras preferido un diorama?
Eso no era parte del trato
Tu realidad pereció 
Al poner en discución 
Una parte de ella. 
Luego, si algo del paisaje adoptó
Escuetas y vagas formas
Fue tu propia incertidumbre,
Como una pala mecánica,
La que construyó ese esquema
Didáctico y quiso
Explicarse repentinamente
La viscosidad del aire
Que esa tarde,
Ahora recuerda,
No pudiste presuponer
Te alejaría derrotada.

Los planos desmantelados



Tal vez este desconocimiento apague un poco
el fuego que pronto vendrá.
Ya lo sabes, no hay
algo que perder. La historia
es enfermiza.
Y eso nunca te ha detenido.

El argumento siempre es
la falta como la estructura un señuelo
me mostraste. La casa quedó
en los planos como un mapa
y exasperada esa mañana me viste
gritar cómo,
abordar ese territorio
mientras corrías más allá, fuera de campo.

Si hubo lenguaje, estupor o malignidad
o una simple sustracción de sentido,
imaginar nunca dejó de ser
un agujero de proporciones descomunales,
abierto entre nosotros.

Ese horizonte hoy me pertenece.
Y desde él te miro avanzar derribándolo todo
mientras calculo un puente que nos
permita conquistar algún territorio
de espaldas frente a la nada
fuera de lo perdido.
Y estratégico.

viernes, 23 de noviembre de 2012

En el camino

Ellos eligieron una estrategia
La inexpresión de las estadísticas...

Bajo esta arena plomiza

Cuando te vi agarrar ese cuerpo infantil desatinado
supe que toda la furia estallaría 
de un momento a otro a través de tus manos 
y que el tiempo que llevabas encima
como se lleva un mar encrespado en la memoria
duraría
hasta que la piel estallase 
y tus ojos se detuvieran
como un arma ante mí
inexacta y decidida
con un solo fin:
envolver ese agente extraño
lleno de condensaciones 
en tu desprecio 
y deshacerlo
con tus ojos desorbitados llenos de tiempo

bajo ese terror
infinito
desde siempre
y a partir de ese momento.

miércoles, 31 de octubre de 2012

El cielo de la noche



Se dejaron llevar por la falsa creencia
de que un hombre despojado es simple y real
así como por las luces que lo rodean
borracho como eclipse
la mano apuntada hacia el mundo
pertrecho inservible sin municiones
y el cielo nocturno que usa como techo
tan espectacular a punta de pistola
como la erosión espejismo y mácula
inservible como todo
lo que vendrá luego del sueño.

viernes, 1 de julio de 2011

Un acto solipsista

Se suelta, se ve soltar; y cae. Cae estrépito. Cae incierto. Dibuja la caída entre la irregularidad de los tumbos como una geografía insensata pero inevitable. El aire pasa, por él que pasa, que vuelve cayendo por mirar y se confunde con los escombros que su sombra contra el piso diversifica. Abajo están los axiomas defensivos, los relatos explicativos, los relatos que escuchó como las exequias de la subsistencia. Entonces estira los huesos, las estructuras más elementales, la vegetación y sus opacidades, y las deja atravesar por el aire que lo abraza, que lo cubre y estalla, y se sumerge. Y entonces cae sin trampas, más allá de las excusas usualmente elegidas para atestiguar cualquier caída. Y se convierte en la misma agitación que lo sostiene hacia el suelo. Gira, y se permite escrutar el espacio que ahora es él. Es el agujero, ahora él es la forma de ese agujero, y como un frenesí sin fin alguno alcanza a percibirse sin temor. Se escucha el golpe…, y luego un estruendo infinito que durará lo que su escandaloso arrebato tarde en deshacerse nuevamente.