Quiero desmoronarme hace tiempo
pero las obligaciones del día
no me lo permiten leía,
mientras lavaba
después de haber recalentado las sobras
de ayer,
los platos y las heridas
en un libro caído a causa de la golpiza fenomenal
de anoche, casi siempre,
sobre el único
sobre el único
juguete
que conservé
que conservé
de mi hijo, después
de despedirme de él, como recuerdo
en la estación de ómnibus, con la cuenta teléfonica
en la mano, hace hoy justamente
un año, sin saber
cómo pagar.
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